Por Marcos Vizcarra
La nueva crisis que atraviesa la ciudad de Rosario en materia de seguridad expuso, en la semana que concluye, la ausencia de un plan que pueda garantizar la Paz y el Orden que el gobernador prometió en campaña. Un secretario de seguridad como Jorge Bortolozzi que fue desplazado de su cargo por un viaje (anunciado) de tres días y no por las falencias en su cargo. Un ministro de Seguridad Jorge Lagna- cuentan que desgastado y con problemas familiares por la función- que ya vio pasar ocho jefes de Policía por la Unión Regional II de Rosario.
Un gobernador que no habla del tema y, peor aún, políticas, acciones y medidas concretas que no aparecen a dos años y cuatro meses de gestión. ¿Aparecerán? O habrá que pensar que el ex ministro de Seguridad Marcelo Saín -ahora imputado por presuntas irregularidades en una compra de armas- tenía razón cuando sostuvo que al gobernador le torcieron la mano.
Mientras, la provincia de Santa Fe atraviesa otra crisis: la del Servicio Penitenciario. La provincia tiene 1.500 presos más de los que puede alojar. Cuenta con la mayor cantidad de presos de su historia. Duplicó el número en la última década y la mitad de los detenidos no tiene condena firme. Fin del mito de la puerta giratoria. Cuántas cárceles piensan construir, cuántos policías sin preparación, mal pagos y cómplices proponen sumar para una fuerza que ya supera los 23 mil hombres. No hay agenda en la política nacional que sostenga la inclusión, la mirada a largo plazo, la construcción de escuelas, la formación, el empleo y mucho menos, una política económica anti-inflacionaria que deje de carcomer el salario de los argentinos. Uno de cada tres trabajadores en relación de dependencia hoy no llega a fin de mes. “Le pido al pueblo que me lo haga saber en la calle si me equivoco y tomo el camino equivocado”, decía Alberto Fernández en campaña. La pandemia y una CGT cómplice salvaron al presidente de tener a millones de argentinos en la calle.
Pero volviendo a Santa Fe, el intendente de Rosario Pablo Javkin, pidió tener poder de voto y veto para elegir al Jefe de Policía. Presentó un proyecto que el viernes último ingresó a la Legislatura. Javkin dijo que la ciudad necesita 250 patrulleros por turno, 100 motos y 9 mil agentes de seguridad en las calles. Reclamó por las promesas incumplidas del gobierno nacional y después tuvo un cruce de micro clima con el impresentable de Aníbal Fernández. Pero el intendente, que poco le reclama al gobernador y mucho a Nación, no tuvo en cuenta la situación que los trabajadores municipales les hicieron saber a los concejales el lunes que pasó. Según los números del sindicato, Rosario tiene menos de 50 inspectores por turno para un parque automotor de 700 mil vehículos. Sólo dos alcoholímetros y un cupo de 30 mil pesos en combustible que no alcanza para llegar al día 20 de cada mes. “Cosas sencillas, básicas y que no se cumplen”, pero que en este caso ocurren en la ciudad que el gobierna.
Para terminar, el frente de frentes. “Esta semana nos muestra que estamos cerca de unir a toda la oposición. Le pongan el nombre que le pongan, pero todos juntos”, me repitió este viernes uno de los armadores con peso.
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La semana comenzó con Carolina Losada y Alfonso Prat Gay en Rosario (íntimo amigo de Javkin). El martes a la noche cerró con cena incluida: el intendente y la presidenta del concejo, María Eugenia Schmuck, entre los sonrientes del encuentro.
La semana siguió con el escenario en Santa Fe. Felipe Michlig -actual senador por el departamento San Cristóbal- al frente del Comité Provincial de la Unión Cívica Radical (UCR). Allí, dirigentes radicales, obvio, de toda la argentina. Pero hombres y mujeres del PRO y el exgobernador socialista, Antonio Bonfatti. Para cerrar las primeras filas, también un hombre del lifschitzmo, el diputado nacional Enrique Estévez.
La semana cerró, con otra señal, foto entre los concejales Martín Rosúa (UCR-CAMBIEMOS) y Verónica Irizar (PS), presentando un proyecto antilavado de dinero en la ciudad de Rosario. La historia promete más.